jueves, 2 de mayo de 2013

LA ROMERÍA A LA VIRGEN DE UJUÉ


02 de mayo de 1.938, lunes.

Extraordinaria concurrencia de peregrinos y autoridades

Los que tenemos la dicha, gracias a Dios, de acudir todos los años a esta primera romería de los domingos de este florido mes de mayo al histórico santuario de Ujué, para ofrecer a la excelsa Patrona de la Ribera el homenaje encendido y emocionado de nuestro corazón y la sinceridad de nuestra devoción profunda, hemos podido apreciar esta vez una concurrencia verdaderamente extraordinaria de peregrinos y autoridades, a lo que, acaso, hayan contribuido las circunstancias por las cuales atraviesa nuestra querida Patria.

Allí vimos a nuestro venerable Prelado el Excmo. señor doctor Olaechea, a S. A. la Princesa de Borbón-Parma, al Excmo. señor Gobernador Militar señor García Conde, al Excmo. señor Vicepresidente de la Diputación de Navarra don Juan Pedro Arraiza, a la Excma. Señora Condesa de Rodezno, esposa del Ministro de Justicia, Excmo. señor don Tomás Domínguez Arévalo, a don Andrés Martínez-Vega, ex rector de la Universidad de Barcelona, con su hijo, al Fiscal Eclesiástico de la Diócesis doctor don Rufino Ochoa, hijo distinguido de Ujué, al R. P. Jacinto Clavería, insigne cantor de las glorias de la Virgen, a las señoritas de Baleztena, al médico del Hospital Alfonso Carlos, señor Bundó y otras personalidades cuyos nombres sentimos no recordar.

A las cuatro de la madrugada –coincidiendo con los acentos de esas simpáticas e ingenuas melodías que cantan los “auroros” en su recorrido por las calles estrechas y empinadas- tuvo lugar la comunión de la piadosísima y antigua Cofradía de “Los Doce Apóstoles”, de Tafalla, que realizó felizmente el viaje, saliendo a las doce de la noche del sábado de la ciudad del Cidacos, en rezo continuado y acompañado de otros aspirantes.

A las nueve y media, el señor Obispo celebró la misa con el valioso cáliz, llevado expresamente por la Excma. Diputación, regalado por Carlos III el Noble a Santa María de Ujué el año 1.394, distribuyéndose a continuación un número incalculable de comuniones.

La entrada a Ujué de los romeros de Tafalla y otras localidades ribereñas resultó realmente imponente. Integraban la magna procesión ancianos, mozos y adolescentes, vistiendo túnicas de “nazarenos” y llevando pesadas cruces. Muchos de ellos iban descalzos y no pocos arrastraban largas cadenas. ¡Qué ejemplaridad tan conmovedora de sacrificio y penitencia en estos tiempos de prueba y de dolor, pero en que todavía persiste una frivolidad que ofrece un contraste demasiado fuerte!

Había también combatientes heridos en esta Gloriosa Cruzada por Dios y por España, y había abundantes mujeres enlutadas que fueron a poner en las manos benditas de Madre tan amorosa las penas producidas por la muertes en el campo de batalla de sus padres, sus esposos, sus hijos, sus hermanos o sus novios, y a buscar en el regazo de tan dulce Señora el consuelo necesario para seguir peregrinando por este valle de lágrimas.

Las autoridades de los respectivos pueblos presidían a sus vecinos, a cuya cabeza marchaban los cleros parroquiales.

Entre cánticos  rezos, penetraron en la noble villa y, previo un descanso, verificose la función solemne.

Actuó de celebrante el celoso Párroco don José Tirapu.
Hizo el ofrecimiento el dignísimo Alcalde del Ayuntamiento de Tafalla don Juan Sevillano, ofrecimiento que se verifica en el Ofertorio y que tiene un ceremonial muy curioso y muy cristiano, que consiste, poco más o menos, en lo siguiente:

El celebrante da a besar la estola al señor Alcalde, y éste entrega un gran cirio, saludando después con extraordinaria cortesía a los señores sacerdotes, a los alcaldes de los pueblos concurrentes y a las personalidades de más relieve.

Como este año coincidía la circunstancia de encontrarse S. A. la Princesa de Borbón-Parma, ésta fue la primera que mereció la reverencia del señor Alcalde, haciéndola a continuación a las demás autoridades.

Predicó un sermón elocuentísimo el R. P. Ricardo de Lizaso, capuchino, y como resumen de su hermosa oración sagrada, excitó a los oyentes a conducirse con austeridad para obtener pronto del Cielo la victoria de nuestras armas.

Durante el día la animación en Ujué fue inusitada. De Pamplona ha sido también esta vez mucho mayor la afluencia de devotos, y tuvimos el gusto de ver muchísimas caras conocidas.

Todos prodigaban alabanzas a la generosa hospitalidad e hidalguía de los cariñosos habitantes de aquella villa ilustre.




Realizada por la tarde la tierna despedida a la Virgen, emprendiose el regreso; entonces, en pintoresco desorden, con los rostros destapados y llenos de satisfacción ante el deber cumplido.

En San Martín de Unx deambulaba mucha gente y se ocupaban los carros dispuestos con bancos para el traslado de los excursionistas a sus destinos, formando bulliciosas caravanas.
Y avanzada la noche, los romeros irrumpieron en Tafalla, cuya ciudad iluminó sus balcones para recibirlos.

Nosotros continuamos el viaje a Pamplona, encantados de la triunfal y brillante jornada religiosa, oreada por el perfume de las tradiciones que nunca mueren.
Y hasta el año que viene, si Dios quiere concedernos esta gracia.

Baldomero BARÓN.

Diario de Navarra. Nº 11.186




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