Hace 125 años se celebró el Milenario de la aparición de la Virgen en Ujué. Los preparativos y desarrollo de tal acontecimiento los recogió en un pequeño libro titulado “Los triunfos de Ujué, o sea, el primer Milenario de la aparición de la Santísima Virgen” don Eustaquio Jaso, párroco de Uterga.
El autor relata cómo tuvo noticia, por carta fechada en Ujué, de que el prior de la basílica estaba postrado en el lecho del dolor y temiendo que su enfermedad avanzase y no pudiese realizar la Crónica de las fiestas del milenario por encontrase sin fuerzas para ello, quiso acudir a Ujué, pero se tuvo que contentar con escribir al coadjutor don Eustaquio Urzaiz, ofreciéndose a hacerlo. Aceptado el ofrecimiento por el prior, el autor no pudo, por estar concentrado en otros trabajos, realizar el viaje hasta después de San Fermín, llegando a Ujué el 10 de julio, donde estuvo tres o cuatro días tomando notas. Señala que por ello, poco o nada es de su cosecha, pues su autor no ha presenciado mas que tres romerías, como son la de San Martín de Unx, Pitillas y Murillo el Cuende y la del valle de Ilzarbe, y en lo demás se ha tenido que valer de lo publicado por los diarios de Pamplona, principalmente el Lau-buru y El Eco de Navarra.
Navarra se hallaba sumida en la miseria. Hacía 10 años que había acabado la última guerra carlista con toda la destrucción, horror y recelos que había producido (suspensión de leyes forales, intento de equiparación fiscal de Navarra), el cólera morbo asiático se había cebado en la población el año anterior, sequías continuas y además se cernía la destrucción del viñedo, según temores de un comunicante.
El primero que lanzó a los cuatro vientos la idea de celebrar el milenario de la aparición de la Virgen fue don Vicente Navascués, párroco entonces de Beire. En carta dirigida al director del periódico Lau-buru, de fecha 21 de octubre de 1.885 y publicada el 24, expresa el éxito obtenido por el octavo centenario de las apariciones de la Virgen del Puy en Estella y su comarca (25 de mayo de 1.885) y se pregunta por qué no se ha de solemnizar de igual modo el milenario de la aparición de la Virgen de Ujué. El gran número de personas que anualmente acuden en peregrinación al santuario y muchas más que prometen concurrir este año, principalmente de los puntos en que se han librado del azote de la epidemia colérica, garantizan el éxito de la convocatoria.
Estas palabras llenaron de júbilo a los devotos de María e hirieron las fibras más delicadas del prior, José Guillermo Lacunza, quien, el 5 de noviembre en Lau-buru, señala que aunque no se puede fijar con certeza en qué año se apareció la Virgen, la tradición constante de la villa enseña que el venturoso acontecimiento se verificó en el reinado de Íñigo Arista y por ello se han cumplido mil años de tal acontecimiento.
La idea tuvo una aceptación general (nueva proclama el 8 de noviembre del mismo año en Lau-buru) y, aprobada por el obispo diocesano con fecha 14 de diciembre, se constituyó la junta organizadora, formada por José Guillermo Lacunza, prior del Santuario, presidente, Vicente Navascués, José Antonio Berrade, Ángel Bonafonte, José Esparza, Felipe Ochoa, Rufino Muruzábal, Ildefonso Pernaute y Eustaquio Urzaiz, presbítero coadjutor y secretario, quienes por medio del Boletín eclesiástico, nº 495, pasaron atenta circular a los señores párrocos, interesándoles en el Milenario proyectado, y publicada también el 20 de enero de 1.886 en el periódico Lau-buru.
En el mismo periódico, con fecha 11 de febrero de 1.886, el prior de Ujué, señala como fines el promover la mayor gloria de Dios, el aumento de la devoción a la Santísima Virgen y la santificación de las almas.
El 6 de abril de 1.886, el Papa León XIII concedió una indulgencia plenaria y remisión de todos los pecados a los fieles que, confesados y comulgados, visitaran la iglesia de Ujué durante el tiempo de la celebración del Milenario y rezaran por la concordia de los príncipes cristianos, extirpación de las herejías, conversión de los pecadores y exaltación de la Santa Madre Iglesia.
A lo largo del todo el mes de abril, y casi a diario, se van desgranando una serie de cartas y artículos referidos a Ujué en el citado periódico, animando a la participación. Entre ellas destaca una que pide se invoque a la Virgen su intercesión y protección para las dos grandes calamidades que se ciernen sobre las cabezas, como son el cólera y la enfermedad del viñedo. (Lau-buru, 1 de abril de 1.886, firmada por Petrus).
El 30 de abril de 1.886 se abrieron las fiestas del milenario. A las dos de la tarde, un repique general de campanas anuncia al vecindario que muy pronto comenzarán las fiestas solemnes del Milenario. El pueblo se había vestido de fiesta con banderas y gallardetes colocados en los torreones de la basílica que llaman la atención de los forasteros. Las calles, tortuosas y angostas, se hallan adornadas con hermosos y verdes arcos de madroño y boj. Después de la salve nocturna, una bonita iluminación con farolitos a la veneciana iluminan las esculturas del pórtico y de los arcos ojivales. Durante todo este tiempo el alegre voltear de campanas y buen número de cohetes se encargan de llevar la alegría a los corazones de todos.
Mayo fue un diario pasar de romeros navarros, que por todos los caminos, a pie, en caballerías o en carruajes, pues se contaba con la carretera concluida que permitía su paso, cosa difícil otros años, acudían a ofrecer su oración, al altar de Nuestra Señora, entonando el vibrante himno Firme la voz. (Por lo menos, desde el año 1.882, Diputación acordó que se construyeran varias carreteras, entre ellas el camino de San Martín a Ujué, con el fin de que muchos jornaleros no fueran privados de trabajo debido a la gran sequía que sufría la ribera de Navarra).
Peregrinaron oficialmente por este orden: San Martín de Unx (día 1), la ciudad de Tafalla (día 2, domingo), Murillo el Fruto (día 4), Pitillas y Murillo el Cuende (día 5), Valtierra (día 6), Santacara (día 7), Yesa (día 8), la ciudad de Olite con sus dos parroquias (día 9), Orisoain, Sansoain y los 12 pueblos del distrito de Leoz (día 10), Pamplona y Beire (día 16). Este día se abrió la arqueta que contiene el corazón del rey Carlos II ante el deán de la catedral, regidores de Pamplona y numerosos público, levantándose acta notarial del hecho. Continuaron las romerías los lugares de Gallipienzo, Cáseda y Sada (día 20), Lerga, Eslava, Ayesa y Moriones (día 21), Barásoain, Garinoain, Unzué y algunos otros pueblos del distrito de Olóriz, formado por Olóriz, Solchaga, Mendívil, Echagüe, Oricin, Iristain y Bariain (día 22), Pueyo (día 24), Valle de Ilzarbe formado por Obanos, Puente la Reina, Sarría, Legarda, Uterga, Muruzábal, Adiós, Enériz, Úcar, Añorbe, Tirapu, Olcoz y Biurrun (día 25), romería de una familia de Tafalla, Pedro Leoz, abogado y propietario, entusiasta de la Virgen, que firma sus escritos en el Lau-buru, con el seudónimo de Petrus (día 29), y finalmente la Ribera, representada por Peralta, Falces, Funes, Marcilla, Villafranca, Milagro y Arguedas, que cerró las visitas el último domingo de mayo (día 30).
Estas romerías se han dirigido procesionalmente al Santuario de la Virgen desde el punto de su partida unas, otras han organizado sus procesiones en la hospitalaria villa de San Martín de Unx y otras lo hacían al llegar a la cruz de piedra, siendo recibidas, en las afueras de la villa de Ujué, por el Cabildo eclesiástico y una comisión laica de la Junta organizadora del Milenio.
Difícil es describir el orden, devoción y compostura de los peregrinos al tiempo de entrar en la villa. Unas veces son los ecos armoniosos de los instrumentos musicales, otras el gran estrépito de una numerosa orquesta y otras el aspecto cansado de los peregrinos los que llaman la atención del vecindario. Todos se dirigen al gótico templo donde obsequian a la Virgen con una misa mayor y sermón y una vez concluida la función se disuelven.
Capítulo aparte merece la romería de Beire en la que tomaron parte tantos y tan ilustres varones y familias de la capital navarra. La iglesia de Beire se había decorado con lujo, riqueza y elegancia para aquella festividad. A las cinco de la mañana salieron de ella los romeros. A la cabeza va el cuerpo de obreros del tren de cultivo a vapor de don Pablo Jaurrieta, sigue la Cofradía del santo Rosario, las asociaciones del Sagrado Corazón de Jesús y de Hijas de María, el Ayuntamiento, presidido por el alcalde José Jaurrieta, cerrando la marcha un paralítico, vecino de la villa, que hace más de veinte años se halla postrado en cama y es conducido en una camilla por jóvenes que voluntariamente se han prestado a ello.
De la peregrinación llevada a efecto por la villa de Beire y del examen que ese mismo día se hizo del corazón del rey don Carlos II depositado en la basílica de la Virgen de Ujué, se hizo acta notarial, requerida por don Vicente Navascués y don José Jaurrieta Jiménez, cura párroco y alcalde de Beire, y levantada por el notario público de Pamplona don Salvador Echaide, registrada con el número 220. Entre otras cosas destaca, que tras los oficios religiosos, por encargo del señor Prior, se exhibió el cofre o caja que contiene el corazón de Carlos II. “Este cofre cuadrado tiene veintiséis centímetros de lado y lo forman gruesas y toscas tablas pintadas. En su frente y en la cara opuesta destaca sobre fondo negro un corazón rojo entre dos pequeños escudos con las armas de Navarra. Los costados, rojos también, lucen las cadenas heráldicas de color amarillo: en la parte alta, en una faja blanca que rodea la arqueta se leen estas palabras escritas con caracteres góticos negros e inicial roja: Cor: mundum: crea: in: me: Deus: et: Spiritum: rectum: innora: in: visceribus: meis: La tapa es blanca exteriormente y en ella se ve escrito lo que sigue, en letras negras, góticas también: Aquí está: el: coraço: dl Rey: Do Carlos: qui: morió: en: Pampl: la: p: noch: d: jenero: l ayno: de: la: incarnato: de: nro: Seynnor: ml: CCCLXXX: et: VI: et: rregno: XXXVII: annos: et: vivio: LIII ainnos: IIII: meses: et: XXII: días: Dios: por: su: merce: li: faga: perdon: Amen:” “El M. I. Sr. Deán don Luis Elío, en presencia de muchas personas principales descubrió el cofre reseñado y en la parte interior de la tapa se encuentran estas palabras: Reparóse año 1.571”. “El cofre de madera contiene dos pliegos de papel; en uno de ellos que llevar fecha de 1º de agosto de 1.851 se consigna el acta levantada por el Cabildo de la Real Iglesia de Ujué y firmada por don José Aznar, Prior, don José Iriarte, decano, don Plácido Arbuniés, don Esteban Resano y don Lino Salaverri, primiciero; esta última firma se halla impresa. En el mismo pliego y a continuación de esa acta, se hace constar que el cofre fue destapado hace poco tiempo ante don Juan Iturralde y Suit y don Aniceto Lagarde, miembros de la Comisión de monumentos de Pamplona; y también que en 30 de noviembre de 1.885 se fotografió el corazón por los señores Mariezcurrena, de Barcelona, y Pliego, de Pamplona. En el otro pliego se transcribe la inscripción referida en la forma actual de hablar y escribir. El mismo cofre contiene además dos cajitas, una de ellas esférica, de plomo y partida, está hoy vacía; es la primitiva; la otra rectangular, de latón y tapa soldada de cristal, encierra dos pequeñas esponjas, un paño blanco, y sobre él, un objeto de un rojo negruzco, con muchas cristalizaciones azuladas adheridas a su superficie, desecado y rugoso, que es el corazón de don Carlos II de Navarra”.
Las ofrendas que los diversos pueblos realizaron a la Virgen de Ujué consistían, generalmente, en estandartes ricamente bordados y a veces algunos regalos más, como son dos hermosos faroles donados por Tafalla, Pitillas una hermosa bandeja de plata que sirve para administrar la Eucaristía, mientras que Murillo el Cuende dona un precioso servicio de vinajeras, también de plata; una copa de plata dorada para el Santo Viático dieron los de Santacara, el Ayuntamiento de Olite se inclinó por dar 500 pesetas, el valle de Ilzarbe dos elegantes faroles góticos, Beire aportó un hermoso cáliz con su patena y cucharilla, mientras que los pueblos de la Ribera entregaron cada uno de ellos el producto en metálico de las cuestaciones que habían realizado.
La fiesta del milenario continuó, con un protagonismo del vecindario de la propia villa de Ujué, la noche del 30 y el día 31 con la función solemne de la mañana, consistente en una misa mayor y gran procesión por la tarde.
Además de estas romerías organizadas, de Navarra y Aragón se han dirigido en particular, habiendo pueblos enteros que lo han hecho de esta forma, ya que por causas que a nosotros es ajeno escudriñar, no lo han podido hacer procesionalmente. Se calcula que unas 35 a 40.000 han acudido a Ujué, entre ellas más de 300 sacerdotes y dos grandes Comunidades Religiosas; se han pronunciado 39 discursos en el templo, sin contar despedidas ni ofrendas y se han dicho más de 230 misas, la mayor parte en el altar de María Santísima.
Bibliografía:
* “Los triunfos de Ujué” de don Eustaquio Jaso, presbítero, párroco de Uterga.
Publicado en la imprenta y librería de Joaquín Lorda, Mercaderes 19, Pamplona.
* Lau-buru.
* El Siglo Futuro.
* El Liberal.