29 de octubre de 1.917, lunes.
Ayer en Pitillas
El Ejército y el pueblo
Actos patrióticos
A raíz de los lamentables
sucesos que se registraron en el mes de agosto último, el Ayuntamiento de la
villa de Pitillas, en representación de aquel vecindario, realizó un acto
altamente patriótico, digno del más elevado elogio.
Recordarán nuestros
lectores que por acuerdo de dicho Municipio, vino a Pamplona una comisión del
mismo compuesto de varios señores concejales presididos por el Alcalde para
testimoniar al Ejército, en la persona de la primera autoridad militar de la
provincia su admiración y sincero agradecimiento de buenos españoles por la
eficaz intervención que la fuerza armada tuvo en la represión de los
mencionados sucesos; en el mantenimiento del orden y en la defensa del derecho
amenazados en aquellos días de triste recuerdo.
Aquel acto del
Ayuntamiento y pueblo de Pitillas fue una grandeza patriótica insuperable, a la
cuál la guarnición de Pamplona dispuso corresponde de forma digna.
A ese efecto, los
dignísimos jefes y oficiales de esta plaza. Con la venia y el aplauso de los
superiores jerárquicos, considerando lo más a propósito para el objeto que se
pretendía, encargó un pergamino muy artístico por cierto, obra digna de su
autor don Julio Arrieta, cuya inscripción revela el propósito de los
organizadores del acto que ayer se celebró, y que dice así:
“La guarnición de Pamplona
a la villa de Pitillas dedica este recuerdo en testimonio de gratitud por el
alto ejemplo de patriotismo y el amor al Ejército demostrado con motivo de
luctuosos sucesos del pasado Agosto”
El pergamino lleva fecha
28 de este mes y está firmado por el Gobernador militar general don Enrique
Bruall y Gil y por el general de brigada don Alfonso Gómez Barber.
Además está sellado por
los de la sección de Sanidad, Cuerpo de Carabineros, Zona de Reclutamiento,
regimiento de loa Constitución número 29, Parque de Intendencia. Regimiento de
América número 14, Estado Mayor del Gobierno militar, Comandancia de
Artillería, regimiento de caballería de Almansa, guardia civil, Comandancia de
ingenieros y Depósito de la Guerra.
Este pergamino fue
entregado ayer al Ayuntamiento de Pitillas, y a ese efecto se trasladó a
aquella villa una nutrida comisión de señores jefes y oficiales de nuestra
guarnición, según se puede ver por las notas informativas que a continuación se
publican y que corresponden con las noticias que anticipadamente tenemos
publicadas.
A Pitillas
Dispuesto –según queda
dicho- por la guarnición de Pamplona verificar un acto de justa correspondencia
al que el Ayuntamiento de Pitillas realizó dedicado al Ejército se designó una
comisión de señores jefes encargada no solo de su organización, sino de su
ejecución también; la cual dispuesta por el comandante del regimiento de la
Constitución don José Páez, el capitán de artillería don Francisco Sigüenza y
el capitán de caballería don Miguel Iribarren, se trasladó en la mañana de ayer
a la mencionada villa, con el fin de cumplir la misión que por elección de sus
dignos compañeros les había sido encomendada.
También marcharon a la
repetida villa adheridos a la citada comisión el Teniente Coronel de la Zona
don Arcadio Muruzábal; el Comandante de la Zona don Octavio López del Castillo;
el Comandante también de la Zona don Carmelo García Conde; el Capitán del
Regimiento de Caballería de Almansa don Ignacio Moreno; los capitanes de la
Guardia Civil don Ángel Vuelta y don Enrique Olaiz; Capitán de la Constitución
don Andrés Haya; los Capitanes del mismo Regimiento don Manuel Esquíroz y don
Ladislao Vissié y los Tenientes don Manuel Rico y don Florentino Alonso de
Almansa; don Luis Rodríguez y don Joaquín Bellón, de Artillería y el Mayor del
Regimiento de la Constitución don Antonio Ortega con toda la banda de música y
la de cornetas.
También marcharon a
Pitillas formando parte de la expedición, el capellán del Regimiento de América
don Miguel Toro y el presbítero señor Arbizu.
El viaje, a causa de lo
desapacible del tiempo resultó algo penoso; pero animados los expedicionarios
por el objeto que lo imponía, no hubo quien reparara las molestias del frío y
del madrugón.
La llegada.- Recibimiento.
La villa de Pitillas, a
pesar del poco tiempo de que pudo disponer para hacer preparativos, recibió
dignamente a los expedicionarios.
Las casas se hallaban
engalanadas con colgaduras en los balcones y ventanas y a la entrada en el
casco de la población se había levantado un artístico arco de follaje con una
inscripción dando la bienvenida a los ilustres huéspedes.
También en el Casino “La
Unión” se colocó un letrero magníficamente decorado, con follaje, que decía “El
casino La Unión saluda a los ilustres huéspedes”.
A recibir a los
expedicionarios salió a la estación el Ayuntamiento en corporación, que está
formado por el alcalde don Robustiano Otazu, y los concejales don Sebastián
Abete, don Florencio Sagardoy, don Jesús Sagardoy, don Domingo Sagardoy, don
Casimiro Esquíroz, don Jesús Garde, don Babil Esparza, y el secretario don José
María Hualde; los niños de las escuelas municipales provistos cada uno con su
correspondiente banderita de España y conducidos por el profesor don Francisco
Echavarri; el señor párroco don Gabriel Hernández y todo el vecindario de
Pitillas.
El Síndico del
Ayuntamiento llevaba la bandera de la villa; y otro señor, cuyo nombre no
recuerdo, la bandera de España.
Al entrar el tren en
agujas, que lo hizo con bastante retraso, se dispararon gran número de bombas y
cohetes, y se dieron vivas a España y al Ejército.
Fue un momento emocionante
imposible de describir.
A todos los congregados en
la estación se les veía poseídos de un gran entusiasmo, que lo manifestaban con
atronadores vivas.
Los expedicionarios se
apearon del tren y adelantándose el Alcalde de Pitillas les dio la bienvenida
en nombre del pueblo.
Se hicieron las
presentaciones y desde aquel momento el Ayuntamiento se puso incondicionalmente
a disposición de los que en el día de ayer fueron huéspedes de la patriótica
villa de Pitillas.
Con gran rapidez se formó
la comitiva que resultó muy numerosa, y enseguida se trasladó de la estación
–que se halla algo apartada del casco de la población- a la villa precedida de
la banda de música que entró en Pitillas ejecutando un alegre pasodoble.
La misa.
La comitiva se dirigió
seguidamente a la iglesia parroquial para oír misa.
Ofició en el santo
sacrificio el capellán del regimiento de América don Miguel Toro.
El organista ejecutó
algunas composiciones al órgano y la banda de música que dirige el maestro
Ortega, después de tocar la marcha real al tiempo de la Consagración, ejecutó
con gran maestría una fantasía de Lohengrin.
Fue la misa el primer acto
oficial que se celebró ayer en Pitillas, al cual, como a los que después se
celebraron, asistió todo el vecindario de aquella villa.
En el Ayuntamiento.
Después de la misa, los
jefes y oficiales, el Ayuntamiento y el vecindario se trasladaron a la casa
consistorial donde se verificó la entrega del pergamino con la solemnidad
propia del acto.
El comandante señor Páez,
jefe de la comisión militar, pronunció un breve discurso propio del caso.
Dijo que la guarnición de
Pamplona dedicaba el pergamino al pueblo de Pitillas como testimonio de
gratitud; primero por el cariño que ha manifestado a la Patria y al Ejército y
en segundo lugar como admiración también a la citada villa por el elevado
patriotismo que tiene manifestado.
Además agregó el
comandante señor Páez que el acto tenía una segunda parte, que era la de
protestar contra todo elemento perturbador que atenta contra la Patria porque
no vacila en hacer campañas que por sus efectos en el orden interior de la
nación, la arruinan, y en cuanto al exterior, la desacreditan.
Dijo también el
distinguido jefe militar que se sentía orgulloso de cumplir la comisión de sus
compañeros al tratarse de un pueblo que ha sido el primero en levantar su voz
de protesta contra los perturbadores.
Terminó diciendo que el
pergamino será para estrechar más y más los lazos de unión entre el pueblo y el
Ejército.
Las últimas palabras del
comandante señor Páez fueron vivas a España y a Pitillas que fueron contestados
por la numerosa concurrencia y correspondidos con vivas al Ejército.
A continuación habló en
nombre del Ayuntamiento de Pitillas el secretario de la Corporación, el cuál,
con gran elocuencia dijo que hacía uso de la palabra para dar las gracias a la guarnición de
Pamplona tan dignamente representada por los señores jefes y oficiales
concurrentes al acto, tanto por lo que supone el honor que al Ayuntamiento y
villa de Pitillas dispensaban como por la entrega del pergamino que la
Corporación recibía.
Dijo que constituía un
documento histórico y simbólico que la villa sabrá apreciar en su incalculable
valor.
Repitió que daba las
gracias y que al aceptar la ofrenda en nombre del Ayuntamiento ha de significar
a los distinguidos jefes y oficiales que el pergamino ocupará en la Casa
Consistorial, lugar preferente.
Hizo un elogio muy
cumplido del ejército español, al cual entonó un himno de alabanza y terminó
deseando la prosperidad de nuestra nación con vivas a España y al Ejército, que
fueron unánimemente contestados por los concurrentes.
El pergamino quedó en el
salón de actos de la Casa Consistorial, dándose por terminado el acto.
Otros actos.
Los jefes y oficiales del
Ejército fueron a desayunar a las escuelas y luego visitaron la villa.
Se detuvieron en el
palacio del señor Arzobispo Cadena y Eleta, donde la familia del ilustre hijo
de Pitillas, obsequió a los visitantes con un espléndido lunch.
Banquete.
Poco después de la una del
mediodía se sirvió en las escuelas municipales el banquete oficial con que el
Ayuntamiento de Pitillas obsequió a sus distinguidos huéspedes.
Se sentaron a la mesa el
Ayuntamiento, los jefes y oficiales y demás señores que figuraban en la
expedición y gran número de vecinos de Pitillas que se sumaron al banquete,
puesto que tenía carácter popular.
El banquete fue
admirablemente servido. El menú fue muy selecto en platos y en vinos. De estos
hubo varios de la localidad excelentemente elaborados.
Uno de ellos era
procedente de las importantes bodegas del vecino de Pitillas y distinguido
viticultor don Domingo Sagardoy, con cuarenta años de edad.
De este vino el señor
Sagardoy regaló varias botellas y mereció grandes elogios tan escrupuloso
viticultor.
Al final de la comida se
pronunciaron muchos brindis, que no los consignamos en honor a la brevedad.
Solo nos ocuparemos
haciéndolo a grandes rasgos el del distinguido capitán de artillería señor
Sigüenza, el cuál, con una elocuencia poco común aún en oradores de oficio, y
elegancia en el lenguaje, dio una breve explicación de lo que significaba el
acto que por la mañana se había celebrado en el Ayuntamiento.
Elogió al Ayuntamiento de
Pitillas por su patriotismo y se lamentó de que los demás pueblos de Navarra,
que no dudaba en asegurar que poseyeron los mismos sentimientos, no le hubieran
secundado, quizá por no haber llegado a ser los primeros. Hizo excepción del
Ayuntamiento de Carcastillo, donde a raíz de los sucesos de agosto, los niños
de las escuelas, los soldados de mañana, hicieron casa por casa una demanda
para los soldados de hoy.
Explicó la significación
del Ejército y dijo que los que lo forman son hijos del pueblo.
Habló de la madre Patria y
se lamentó que no se enseñara con más cuidado su significación.
Terminó dando vivas a
España y al Rey.
Fue muy aplaudido.
Durante el banquete, la
brillante banda del regimiento de la Constitución ejecutó en el patio de las
Escuelas varias composiciones.
Adhesiones.
En el banquete se leyeron
varias adhesiones de algunos hijos de Pitillas que se hallan ausentes.
Una de ellas era del
virtuoso párroco de Mendióroz don Ramón Esparza, redactado en términos muy
patrióticos.
Otra correspondía al
bizarro teniente coronel de infantería don Teófilo Beriáin, de guarnición en
Estella; y otras muchas de un crecido número de buenos españoles que nacieron
en Pitillas.
La lectura de esas
adhesiones fue acogida con grandes aplausos.
Por la tarde.
Después del banquete y
hasta muy entrada la noche hubo música y baile en la plaza pública, ante la
Casa Consistorial.
El público de Pitillas
tuvo ayer un día de gran fiesta que transcurrió con gran animación.
En todo momento fueron
objeto de grandes atenciones los jefes y oficiales del Ejército y cuantos con
ellos pasaron el día en Pitillas.
Nuestra despedida.
Nosotros también pasamos
el día de ayer en Pitillas.
Fuimos para informar a
nuestros lectores de los actos patrióticos que en aquella villa navarra se
celebraron; pero no pudimos esperar al tren para regresar con los demás
expedicionarios.
La anormalidad que se
observa en el servicio de trenes nos convenció para aceptar el puesto que en su
automóvil nos hicieron unos distinguidos pamploneses que marcharon a pasar la
tarde a Pitillas.
Por eso, cuando
abandonamos aquella villa nos despedimos a todos los demás expedicionarios de
cuyo regreso no nos es posible dar cuenta.
Suponemos que habrían
emprendido el regreso casi a altas horas de la noche, pues según se nos dijo,
el tren de la ribera que debe llegar a Pamplona a las nueve y minutos de la
noche, acostumbra a traer 3, 4, 5 o más horas de retraso.
Salimos de Pitillas muy
satisfechos de haber pasado allá el día y muy agradecidos por las atenciones y
agasajos que nos dispensaron.
***
Compuesto lo que antecede,
recibimos noticia del regreso de la expedición de jefes y oficiales y demás
adheridos, que llegaron en el tren mixto denominado, ”de la Ribera” a las doce
de la noche.
De Pitillas salieron los
expedicionarios a las ocho y media próximamente.
Fueron despedidos por el
Ayuntamiento y vecindario con vivas y aplausos.
Fue una despedida muy cariñosa.
Los expedicionarios
regresaron muy complacidos de su estancia en Pitillas y muy agradecidos por los
agasajos que recibieron.
Diario de Navarra. Nº
4.694