jueves, 9 de agosto de 2018

DEL PALACIO DEL MARQUÉS DE CORTES A “CASA ISIDRO”



DEL PALACIO DEL MARQUÉS DE CORTES A “CASA ISIDRO”

Carlos III el Noble, en el año 1.424, ante el compromiso de matrimonio  de su sobrino bastardo, Felipe de Navarra, con Joana de Peralta, le dota con 3.500 florines de oro del cuño de Aragón para que pueda mantener más honestamente su estado y condición. Como en el aquel momento el rey no tenía dinero contante y sonante, le da a cambio toda las pechas y tributos en trigo, cebada y dineros de los lugares de Murillo el Fruto, Santacara y Pitillas, para que los disfruten él y sus descendientes hasta que los florines ofrecidos le sean pagados.  Pero no es hasta 1.450, cuando Joana de Peralta, ya viuda,  comienza a recibir las pechas concedidas, porque el Príncipe de Viana las había retenido.

Es a finales de siglo, cuando el entonces beneficiario de las pechas, el mariscal don Pedro de Navarra,  buscará un edificio lo suficientemente lujoso y adecuado para poder guardar y gestionar el grano que recibe. Por fin encuentra en Pitillas la vivienda aparente.
El 22 de octubre de 1.497 se redacta la escritura de permuta entre don Pedro de Navarra y don Juan de Egüés, prior de la orden y hospitalidad de Roncesvalles, señor de los palacios de Egüés y Pitillas. El prior le da al marqués el palacio de Pitillas, con su corral y pajar,  y con todos los casales, vedados, huertos, eras, piezas y viñas; a cambio, recibe del marqués la pecha anual de 15 cahíces de trigo (1.320 kilos) contra los vecinos y concejo de Lizarraga (Valle de Unciti).
Cuando en la escritura se delimita el palacio con su corral y pajar señala que “afronta de una parte, con la iglesia o basílica de San Bartolomeo de dicho lugar, de la otra con casa de Jaime de Pitillas, vecino de dicho lugar, de la otra parte con calle pública y de la otra parte con plaza pública”. Añade que hay una era detrás del corral del palacio.

En los años posteriores a la adquisición del palacio, el marqués de Cortes no vive en él; de hecho casi nunca lo habitaron sus descendientes. Solían nombrar un casero, que tutelado por el alcayde de Cortes o de Olite, incluso finalmente de Traibuenas, se encargaba de su administración: recoger el grano, realiza compras, ventas e intercambios de fincas, mejorarlas, arrendarlas o llevarlas directamente, arreglar el palacio, etc.

En 1.526 mandó el marqués hacer los cimientos y tapias para cerrar los corrales, pues estaban derruidos y los puso todos juntos y cerrados; también se trajeron varias cubas para la bodega.

En noviembre de 1.539 comenzaron nuevas obras en el palacio; continuaron en 1.542 con un gasto de 260 ducados (en el acopio de materiales se habla de 40.372 ladrillos, 2.600 tejas, 770 cahíces de yeso, 1.977 samantas de leña para quemar el yeso, 2.700 clavos de varias medidas, además de otros materiales); en 1.543 un contrato con Zabal, maestro de obras de Tudela, con un gasto de 150 ducados, y otro de 376 ducados y ya en 1.544, con el mismo Zabal, otro contrato para acabarla, con un costo de 50 ducados.

Uno de los que ejercieron el oficio de casero, fue Andrés de Labrit, desde 1.560 y por un período de veinte años,  con un sueldo anual de 25 ducados. La causa de su nombramiento es que Catalina de Zabalza, su esposa, crió a sus pechos  a doña Ana de Navarra, nacida en Pitillas, según  un testigo. La madre de Ana, Jerónima de Navarra, marquesa, nos dejó su impronta, pues durante su estancia en Pitillas se erigió el crucero calvario, en 1.568. Este fue uno de los cortos períodos en que vivieron en Pitillas los marqueses.

En febrero de 1.612 unos canteros, al valorar la piedra que compone la casa y palacio, señalan que tiene una pared de piedra con sus almenas que rodea la entrada principal del Palacio, en la parte sur; parece ser que esto es lo que más tarde llaman fortín. Dentro del zaguán y patio, el Palacio tiene 10 columnas de piedra bien labradas (hoy aún existen formando la estructura de la casa), un poco de piedra bien labrada en el patín, tres escaleras de piedra, dos para bajar a las bodegas y una para subir a unos aposentos y toda la losadera de piedra que lleva el zaguán y patín; etc.

El período de mayor presencia documental de los marqueses de Cortes en Pitillas sucede en el cambio de siglo. Se reflejan las defunciones en el pueblo, de un Miguel de Navarra y Mauleón en 1.599, de Leonor Navarra y Mauleón en 1.611 y de otro Miguel de Mauleón Navarra en 1.614. Finalmente señalar que los contratos matrimoniales entre don Fausto de Lodosa y Ximénez, señor de Sarría, y doña Jerónima, hija de don Miguel de Navarra y Mauleón, marqués de Cortes, y de doña María de Goñi, ya difunta, se redactaron en la villa de Pitillas, en su casa y palacio.

Incluso consiguió el marqués que se le reconociese como vecino, con el fin de poder aprovecharse de los beneficios de los términos comunes (pastos y leña), pero con la condición de que residiese en el palacio, circunstancia que no prolongó por mucho tiempo.

Pero es en 1.606 cuando el marqués de Cortes manda hacer una capilla en la parte del evangelio de la iglesia de San Pedro, actual sacristía, que posteriormente la dota de altar en honor a San Juan Bautista, asientos y sepulcro privativo, donde se supone  están enterrados algunos de los familiares nombrados anteriormente, y según costumbre, lleva todos los años cera y oblación de dos robos de trigo los días de Todos los Santos y Ánimas.


En 1.650 se revisan las obras que en el palacio ha realizado Juan Lecumberri, oficial fustero, vecino de Olite. Obras en suelo, bóvedas, puertas y ventanas; como son en concreto la puerta de la caballeriza, ventana en la sala grande, “donde crían y habitan fuynas (garduñas), pues se han visto y cogido una con un lazo”, escalera que se dice La Beata, aposento que cae al oratorio, aposento que hace de cocina, la letrina, etc.
Nuevamente en 1.680 se destina otra partida importante para el arreglo del palacio que se dice está muy derruido y con señales de caerse en tierra, siendo muy necesario para recoger los frutos que el marqués percibe en la zona. Particularmente se habla de una torre, la que está al lado de la entrada principal.

En 1.702 al hacer el inventario general de las posesiones del marqués se habla del Palacio con dos escudos de armas sobre la puerta y frontispicio de él, dos corrales grandes y tres pajares contiguos, pegantes todos al Palacio. Caro Baroja anota el palacio de Pitillas entre los existentes en 1799. El escudo era burelado de plata (cinco bandas horizontales) y azur (otras cinco bandas), según Juan José Martinena Ruiz.

Se vuelve a reflejar nuevas obras en el año 1.704 y en 1.719 teniendo como destino principal retejar los tejados, principalmente el que cae encima del laco para prensar las uvas, el levantar una chimenea y otras obras en el patio y una de las caballerizas.

En 1.806 Gabriel Lucus pretende fabricar una casa con caballeriza y corrales y para ello, tras las formalidades exigidas, compra un terreno al Ayuntamiento en el Raso. Cuando comienza a abrir los cimientos, el duque de Granada pide su paralización, primero indicando que el terreno vendido es de su propiedad y después señalando le causa perjuicio a su palacio,  fortín o reducto con sus troneras para cañones  y mosquetes y soleador, ya que entre la esquina del fortín y la pared de la casa de Lucus solamente hay seis pasos, por lo que le ofende gravemente las vistas, la ventilación, comodidad y ensanche para las entradas, salidas y demás usos que habitualmente disfruta. Lucus pasa a la ofensiva señalando es terreno municipal pues sirve de paso a Murillete y a los campos, es utilizado como eras, sirve para la diversión de la pelota y que en dicho terreno existen las Cruces. La sentencia fue favorable a Lucus, pero para entonces había dado principio la entrada de tropas francesas, por lo que la solución definitiva y su construcción quedó para después de la Guerra de la Independencia. Este edificio es conocido por “Casa Iriarte” y hoy casa rural “La Casona”.

Hacia 1.850 el palacio estaba identificado con el número 26 de la calle El Sol. Desde el año 1.861 comienza a ser habitado por varias familias, viven en él unas siete u ocho, con un total de unos veinticinco vecinos.

A fines de enero de 1880 se desprendió el revestimiento de ladrillo en la fachada norte, en una superficie de 90 a 100 metros. Se trabajó sobre ella con poca precaución, abriendo huecos sin formar arcos ni recibir la protección de marcos. Fue la antesala de la tragedia.

Hacia las cuatro de la tarde del día 15 de marzo del mismo año se produce el hundimiento de la fachada norte resultando desgracias personales y pérdidas de ropas y muebles de varios inquilinos.

Bajo los escombros pereció Esteban Bueno, el cual se encontraba en la casa por efecto de varias lesiones ocasionadas con arma blanca por su convecino y pariente Blas Bravo; a la madre del desgraciado, María Echalecu, que estaba en su compañía, la sacaron en muy mal estado y fue trasladada al Hospital; al vecino Leocadio Elduayen le cogió en la bodega, que en unión de sus dos hijos, Teodoro y María estaba arreglando un poco de vino y de repente le cayó toda la mole encima; los niños salieron milagrosamente por entre los huecos de unos maderos, pero se veía gran dificultad en poder salvar al padre, pues resultó envuelto más de medio cuerpo y no se podía desescombrar, pues amenazaba el edificio ya que había quedado colgando y estaban expuestos a lamentar más desgracias; todo el pueblo hizo lo que pudo, pero especialmente su hermano José Elduayen y un hijo de éste llamado Matías Elduayen que trabajaron con el celo propio solo de hermanos, y a las ocho de la noche sacaban al infeliz envuelto en grandes dolores.

El hecho fue puesto inmediatamente en conocimiento del Gobernador civil. A petición del propio Ayuntamiento, el arquitecto provincial, Florencio Ansoleaga, se presentó la tarde del 18 a reconocer el resto del palacio.

El informe pericial señalaba que el edificio constaba de bodega, entresuelo, piso principal y segundo, sumando una altura aproximada de 10 metros en la fachada afectada. Las paredes están formadas con tapiales de 70 centímetros de espesor con un revestimiento exterior de pared de medio ladrillo, sin más enlaces entre ellos que su terminación, consistente en una gran cornisamiento formado también con ladrillo. En el centro del edificio hay un patio con galería cubierta en la planta baja, formada con pilares de sillería que sostienen los puentes sobre los que se apoyan los maderos de suelo, que apenas tiene una entra de siete centímetros a media madera, habiendo algunos que se han salido de los puentes casi por completo.

El estado en que ha quedado el edificio por la parte norte, hace indispensable que se tomen precauciones, prohibiendo la circulación por las inmediaciones, mientras se proceda a la demolición del edificio, que la considera inevitable.

Meses más tarde se da la noticia por el Eco de Navarra de que ya había sido demolido por su estado ruinoso el palacio del duque de Granada, en cuyo portal, señala, existía un escudo de piedra que data del siglo XIII o XIV y que se gestiona su entrega como joya artística a la Comisión de Monumentos de Navarra.

En enero de 1887 se anuncia la subasta de todo el terreno que ocupaba el palacio de Pitillas, de su principal y demás dependencias, así como el terreno denominado el Rosal, con todos los materiales que existen en las paredes y cimientos de sillería, mampostería y ladrillo del mencionado edificio. También se comprenden en la venta las maderas, teja y demás materiales que hay en cuatro pajares que dentro del terreno de circunvalación existen. No se admitirá postura que bajen de 5.000 pesetas.
Llegado el día, 16 de enero, se reunieron en una de las salas del palacio del duque de Granada de Ega, en Traibuenas, José Mª Arilla Yanguas, administrador  del duque, y Jorge Pascual Sesma, Braulio Maestrojuán Pérez, Justo Oneca Arizpeleta, Zoilo Sagardoy Oneca, Isidro Martínez Sagardoy y Francisco Tanco Pérez, vecinos los dos primeros de Traibuenas y los demás de Pitillas, para proceder a la venta en pública subasta del palacio y sus terrenos adyacentes. Se encendió candela y fue admitida la postura de 5.000 pesetas, que era la base, por Jorge Pascual y nadie la mejoró, quedando adjudicado en él. Transcurridos los seis días sin la mejora de la sexta parte, se consideró el remate definitivo.

En realidad Jorge Pascual Sesma era un hombre de paja puesto por Isidro Martínez Sagardoy y el día 23 del mismo mes le cede el derecho y se redacta la escritura de venta.

Consta de un Palacio y pajares. Tiene el palacio 549 metros cuadrados al cubierto y 108 metros cuadrados al descubierto; constaba de dos pisos y la planta baja; los  pajares al cubierto tienen una extensión superficial de 143 metros cuadrados.
 Es también objeto de venta el espacio que hay descubierto a la parte del este, que se halla cercado por 3 lados, y de su medición, han resultado 493 metros cuadrados. Igualmente se comprende en esta venta el terreno que debió ser huerto o jardín, que hoy se conoce con el nombre del Rosal, que mide 1.528 metros cuadrados; viniendo a componer la totalidad del terreno  y solar del palacio, según el dictamen pericial unos 2.800 metros cuadrados.
 Realizada la adquisición, Isidro Martínez comienza la reedificación de la casa, que es la que en la actualidad vive Isidro Martínez, del mismo nombre que el comprador. Para ello utiliza los espacios y elementos servibles que habían quedado del antiguo palacio y el material aprovechable del derribo, destacando su entrada y escaleras. En su fachada principal aparecen dos placas, situadas a ambos lados de la puerta, probablemente colocadas al revés, que recuerdan el origen primitivo del palacio, de carácter religioso, pues como se dijo pertenecía a Roncesvalles.

Según mi compañero Luis Azcona, la letra es gótica capital (mayúsculas) y el idioma Latín vulgar, tanto en su grafía como en su gramática. Correspondería al siglo XIV. Su transcripción y traducción posible sería esta:


VIAS  TVAS  DOMINE
DEMOSTRA MICHI
Tus caminos, oh Señor,
me muestran
ET SEMITAS TVAS
BEDOCE MEE
y tus dictados
bien me enseñan


A comienzos de 1.916, acordado por el Ayuntamiento de Pitillas la construcción de escuelas municipales y la necesidad para ello de la compra de un solar, entablaron gestiones con Florentina Pérez Cherrail, viuda de Isidro Martínez, para la compra de un trozo del jardín, anejo a la casa palacio, habiendo convenido con dicha señora el separar de la expresada finca la porción de unos 500 metros cuadrados, incluido un pozo, los situados más al norte, con el fin levantar las actuales escuelas y casas de los maestros, derribadas éstas poco antes de la guerra.

De modo que el antiguo palacio y sus terrenos han quedado convertidos en la actualidad en la casa de Isidro Martínez de Azagra, casa de Pachi Esparza y Colegio Público.