viernes, 30 de septiembre de 2011

ÁNGEL DE ARALAR - VOLUNTARIOS - SANTA ANA

30 de septiembre de 1.936, miércoles



San Miguel de Aralar con nosotros.
Serían las siete de la tarde del jueves cuando en presencia de todo el vecindario, los niños con sus maestros enarbolando sus banderitas y las milicias de requetés y falangistas con sus secciones femeninas, pelayos y balillas y autoridades todas con sus banderas y estandartes, el Ángel de Aralar, Arcángel San Miguel, rendía su adoración con el beso de ritual a la cruz Parroquial, quedando ésta al mismo tiempo santificada al contacto de la Reliquia de la Vera Cruz que el Ángel mantiene enhiesta con sus brazos. A los acordes de una banda generosamente constituida para realzar estos actos religiosos y los cánticos clásicos de San Miguel, que todo el pueblo coreaba con el mayor fervor, se organizó la procesión por todo el pueblo, visitando de paso a los enfermos y el Colegio de las Hijas de Jesús, hasta llegar triunfalmente a la iglesia parroquial. Rezado el Santo Rosario, el señor párroco, con acentos de simpatía y regocijo dio la bienvenida a San Miguel y nos lo presentó como el defensor de los derechos de Dios en el Cielo y en la tierra y como protector especialmente de Navarra, dando fin al acto con la adoración, mientras el pueblo, acompañado al órgano, daba rienda suelta a su entusiasmo con las notas varoniles de “¿Quién como Dios?”.

El viernes, de madrugada, las huestes de don José, por cierto muy numerosas a pesar de que los auroros auténticos se encuentran en los frentes, nos invitaban con una bien sentida aurora “a orar reverentes a San Miguel” y en efecto en la Misa de alba la iglesia estaba ya ocupada plenamente por los fieles. A las siete tuvo lugar la Misa solemne en la que oficio el señor capellán de Aralar don Cristóbal Garciarena, ayudándole los señores párroco y capellán del pueblo y a continuación se organizó la despedida procesionalmente cantando todos con el mayor entusiasmo y acompañados de la música el “Adiós Miguel Arcángel” hasta las afueras de la Villa, de donde después de bendecir el término, partió veloz en dirección a Olite, dejando nuestros corazones prendados de simpatía, confiados en su protección y deseosos de que su visita  se repita en años posteriores. Vueltos a la iglesia y ordenadas las milicias todas en el atrio se terminó el acto con unos vivas, desfilando a continuación muy lucidamente ante las autoridades que ocupaban el balcón del Ayuntamiento. ¡Satisfechos pudieron quedar los organizadores de la fiesta!


Los voluntarios.
Disfrutan con sus familias unos días de licencia algunos de los voluntarios venidos de diversos frentes.

Siguen reponiéndose de las heridas sufridas por la Religión y la Patria nuestros amigos Angelito Balda, Elías Leciñena, Justo Amillano, Joaquín Elduayen, estos dos últimos por enfermos.

Trasladados del hospital de Lecároz han llegado hasta el de Tafalla nuestros amigos Julián Bravo y Eugenio Garde, que afortunadamente siguen mejorando.


Arreglo de la ermita de Santa Ana.
Encargada de llevar a efecto el arreglo de la ermita de Santa Ana ha quedado nombrada una comisión formada por doña Beatriz Sagardoy, doña Rufina Marticorena y doña Eustaquia Fadrique, las cuales van llevando ya a efecto su cometido.


Reconquista de Toledo.
Al recibirse la noticia de la reconquista de Toledo se manifestó el fervor patriótico de esta villa, con cohetes, repique de campanas y música que despertaron al pueblo echándose todos a la calle, recorriendo la manifestación todo el pueblo terminando con un discurso pronunciado desde el balcón del Ayuntamiento.


Ejército femenino.
El ejército femenino de retaguardia formado por todas las mujeres y jóvenes del pueblo continúan con el mayor entusiasmo su labor para proporcionar abrigo a nuestros heróicos voluntarios.
El Corresponsal, Pitillas 28-IX-1.936

El Pensamiento navarro. Nº 12.042




BODA DISTINGUIDA EN PITILLAS - DIARIO

30 de septiembre de 1.911, sábado



Hoy a las diez de la mañana se han unido con el santo lazo del matrimonio la encantadora señorita de esta villa María de Goñi y Pérez de Rada y el rico propietario y distinguido joven de esa capital, don Ángel Díaz de Cerio. Ha bendecido la unión el virtuoso sacerdote de Pamplona, don Modesto González.
Han sido padrinos don Ramón de Goñi y doña Petra Pérez, y testigos don Antonio Baztán y don Pedro Maldonado.
Por la calidad de los contrayentes ha sido esta boda para esta villa un verdadero acontecimiento.
El bello sexo estaba dignamente representado y entre otras, que siento no recordar, figuraban:
Doña Petra Pérez de Larraga, madre del novio, vestida de negro; doña Clara de Goñi, viuda de Lecea, id.; id.; señora de Huguet, verde; señora de Gorosábel, morado pensamiento; señora de Iturria (doña Javiera de Goñi), verde velado; señoritas: Hita, blanco; Sagüés, (María Paz), rosa pálido; Preciado, negro; Jaurrieta, negro; Huarte, gris perla; Aguado (María y Anita), azul; Velasco, gasa negro; Gabilondo, negro.
La novia, como puede estarlo una bellísima señorita, elegantemente ataviada con riquísimo vestido blanco, crespón de la China ornado con preciosos encajes, atraía justamente las miradas del numeroso público que presenciaba el paso de la comitiva.
La larga cola del vestido era llevada por las encantadoras niñas Merceditas de Goñi y Clarita Iturria, sobrinas de la contrayente.
No hay para qué hacer mención de las valiosas alhajas que llevaban señoras y señoritas.
El novio vestía irreprochablemente de etiqueta.
En el sexo fuerte hemos visto entre otros:
Señores de Goñi, don Ramón, don Constantino, don Joaquín y don José María, hermanos de la novia.
Don Wenceslao Iturria, don Francisco de Goñi, don Antonio Baztán, don Pedro Maldonado, don Fulgencio Huarte, don Fernando Gorosábel, don José Hita, don Pedro Urbiola, don Ignacio Astiz, don Nazario Oscoz, don Antonio Cortí, don Apolinar Gómez, don Javier Comín, don Fermín Gabilondo, don Carmelo Aldunate, don Félix Velasco y algún otro cuyo nombre no recordamos.
Sacerdotes don Emilio Arbeloa, don Alejo Eleta y don Jesús Blasco.
Después de la ceremonia han sido obsequiados los invitados en la señorial casa de la novia con un soberbio banquete con arreglo al siguiente menú:
Plato del país – Sopa imperial – Fritos variados – Perdices con champignones – Menestra – Salmón Salsas mayonesa y tártara – Fiambres – Capones de Bayona – Entremeses – Postres – Quesos – Tartas – Helados – Frutas – Vinos – Tinto de Los Altos – Jerez – Blanco y ajerezado de 32 años de las bodegas de la casa – Champagne – Café, licores y habanos.
La feliz pareja a la cual de todas veras deseamos una eterna luna de miel sale en un landó hasta Olite, donde tomará el rápido en que irá a la capital donostiarra para trasladarse desde allí al extranjero y de vuelta a España recorrerá otras varias plazas.
Feliz viaje.
El Corresponsal, 28 de septiembre 1.911

Diario de Navarra. Nº 2.727

BODA DISTINGUIDA EN PITILLAS - PENSAMIENTO

30 de septiembre de 1.911, sábado

 
Fue ayer un acontecimiento el matrimonio  de nuestro querido correligionario el distinguido joven don Ángel Díaz de Cerio con la esbelta y gentil señorita pitillesa María de Goñi, hija de nuestros inolvidables amigos los señores de Goñi y sobrina de nuestro llorado jefe don José María de Lecea.
La conmovedora ceremonia se celebró en el templo parroquial de Pitillas a las diez de la mañana, administrando la bendición nupcial nuestro respetable amigo, el digno coadjutor de la parroquia de San Saturnino de esta ciudad, don Modesto González.
La novia estaba encantadora, realzando su candorosa belleza con la albura de sus flotantes crespones de china y la elegancia de su primoroso vestido blanco de riquísimos encajes y de irreprochable gusto.
El novio vestía de correctísima etiqueta, y llevaba al brazo a su madre, la distinguida dama doña Petra Alcoz.
Entre la selecta y numerosa concurrencia recordamos a las hermosas y elegantes señoritas Carmen de Goñi y Pilar Hita, hermanas de los novios, que vestían lujosamente de blanco, María Huarte, de gris perla, María Paz Sagüés, de rosa pálido, María Josefa Preciado, de negro, Concepción Jaurrieta, de negro, María Anita Díaz de A. Salaberry, de azul, Justa Gabilondo, de negro, y Carolina Velasco, de gasa negro.
Vimos también a las distinguidas señoras doña Petra Alcoz y doña Clara de Goñi, madre y tía de los contrayentes, que lucían elegantes imostalettes de gasa y encaje negros, señora de Iturria, de verde velado, señora de Gorosabel, de morado pensamiento, señora de Huguet, de verde y señoras de Goñi y Zabaleta, de negro. Llaman la atención las valiosísimas joyas que ostentan las señoras.
Los señores visten rigurosa etiqueta: asisten el diputado foral por Estella don Antonio Baztán, don Ramón, don Constantino, don Joaquín y don José María, hermanos de la novia, don José Hita, hermano del novio, don Wenceslao Iturria, don Pedro Maldonado, don Fulgencio Huarte, don Fernando de Gorosabel, don Pedro Urbiola, don Ignacio Astiz, don Nazario Oscoz, don Antonio Cortí, don Apolinar Gómez, don Javier Comín, don Fermín Gabilondo, don Félix Velasco, don Francisco de Goñi, don José María Blasco, don Carmelo Pérez de Larraya y otros señores cuyos nombres sentimos no recordar, pero no queremos omitir los de los virtuosos sacerdotes don Emilio Arbeloa, párroco, don Jesús y don Alejo Eleta.
Hacían angelical escolta a la novia sus sobrinitos Clarita y Pía Iturria y Francisco y Mercedes de Goñi.
Fueron padrinos del matrimonio don Ramón de Goñi y doña Petra Alcoz y firmaron el acta como testigos don Antonio Baztán y don Pedro Maldonado.
Los invitados fueron obsequiados con un espléndido banquete.
A las cinco salieron los recién casados con dirección a San Sebastián, Lourdes, París y otras poblaciones, y en pos de ellos marcharon los unánimes votos porque su dicha no sufra eclipses, nunca se empañe.

El Pensamiento navarro. Nº 3.998