A
LA VIRGEN DE UJUÉ
Romería
de los Cruceros
Tafalla
Anteayer domingo se celebró la
tradicional romería de los cruceros de Tafalla al santuario de la Virgen de
Ujué.
Este año han ido a visitar a la Virgen
de Ujué más cruceros que en años anteriores.
La romería ha sido verdaderamente extraordinaria.
Como siempre, desde tiempos remotos, los
cruceros fueron presididos por el Ayuntamiento de Tafalla en corporación y por
el clero parroquial.
En el sitio de costumbre, en la cruz,
a la vista ya del santuario, se unieron a los cruceros tafalleses los de otros pueblos comarcanos: Olite, Beire,
Pitillas, Murillo el
Cuende, San Martín, que dieron un concurso nutridísimo.
El día resultó de verano, y contribuyó
al mayor esplendor de la fiesta.
En el lugar de la cruz, a un kilómetro del santuario se organizó la
procesión, yendo
los cruceros de a uno y tantos eran que el kilómetro, y alga más, de camino estaba
cubierto por los cruceros.
Detrás marchaba el Ayuntamiento de Tafalla, presidido por su digno
alcalde y el clero parroquial, presidido por don Ricardo Jiménez, párroco de
Santa María y el ecónomo de San
Pedro don Gabriel Hernández.
Los
cruceros iban formados por pueblos, y detrás iban los párrocos y las mujeres cantando
á la Virgen.
En todo el trayecto pasaban a los cruceros
otros devotos de la Virgen, que iban en carruajes.
Ya en Ujué, donde habla un gentío enorme,
los romeros iban entrando en el santuario, y cada pueblo dedicaba a la Virgen, como saludo, sus cánticos
particulares.
Y luego de haber saludado a la Virgen los
cruceros se desparramaron por el pueblo, que ofrecía un aspecto animadísimo, verdaderamente
extraordinario.
La misa
A las diez se cantó la misa.
Ofició el señor párroco de Santa María
don Ricardo Jiménez.
La amplia iglesia estaba completamente
llena, verdaderamente atestada, y aun quedaron en la plazoleta y fuera de ella
muchos fieles, por no haber sitio dentro.
Otros años no solía haber sermón, pero este lo hubo, y muy bueno y muy
oportuno, por cierto.
Don
Ricardo Jiménez, emocionado ante aquel espectáculo ofrecido ante la Virgen de
Ujué por la fe viva y grande del pueblo ribereño, subió al púlpito, y en quince
minutos dirigió al pueblo una noble arenga como pastor de almas, como navarro y
como ribero.
Tres
asuntos trató, los tres de verdadera importancia y oportunidad.
Primeramente expresó su alegría, su contento
por la expresión de fraternidad con que los pueblos allí reunidos rendían homenaje
á la Virgen Santísima de Ujué.
Y en efecto que merece aplauso y mueve
a mucha alegría ver cómo varios pueblos se unen a otro para después todos juntos
postrarse ante la imagen de la Virgen
que ha visto desfilar por su santuario a tres mil generaciones.
Después trató de otro punto muy importante:
El rezo cotidiano a la Virgen de Ujué.
Un crucero llevó a Ujué varios
millares de hojitas que decían:
«A los devotos de la Virgen
Santísima Nuestra Señora de Ujué.
Muy grato será á la Virgen el que antes
de principiar la labor del día le recen una Salve y otra al terminarla»
El señor Jiménez recomendó a todos, y
de una manera especial a los labradores, que todos los días, al empezar la
tarea y al terminarla, rezasen una Salve a la Virgen de Ujué.
El tercer punto tratado fue la
blasfemia, contra la cual hizo que se pronunciasen todos en un grito unánime.
Y terminó su enérgica, elocuente y
paternal plática con un elogio de la fe de los riberos y del amor que profesan
á la Virgen patrona de aquella comarca.
El señor Jiménez fue muy felicitado.
Terminada la misa los cruceros se diseminaron
por el pueblo.
A las dos se reunieron de nuevo en el
santuario, se rezó el rosario y se cantó la despedida, dándose luego vivas á
España católica, á Navarra devota de la Virgen, y a la Virgen de Ujué.
Un mozo dio á la salida un grito muy oportuno:
Abajo las Escuelas laicas, que fue contestado unánimemente.
Y próximamente á las cuatro se
emprendió el regreso.
En aquel momento empezó a llover copiosamente.
El regreso a Tafalla se hizo sin
novedad.
Los cruceros eran esperados por todo el
pueblo.
Ha sido, en efecto, un día de gloria
para Tafalla el de ayer.
X
Olite
De este pueblo marcharon a Ujué un centenar
de cruceros, feligreses de la parroquia de Santa María.
Salieron de Olite hacia las dos de la madrugada,
presididos por su párroco don Victoriano Flamarique.
En carruajes y caballerías fueron
también muchos olitenses.
El día, hermosísimo, contribuyó al
éxito de esta manifestación de amor a la Virgen de Ujué.
Al regresar los cruceros a la caída de
la tarde les esperaba todo el pueblo.
El
Corresponsal.
Beire
A las cuatro de la mañana salieron de la
iglesia parroquial 60 cruceros presididos por el señor párroco don Julio
Pegenaute a quien acompañaba el sacerdote Manuel Armendáriz.
Los cruceros, después de rezar por el camino
el rosario, cantaron á la Virgen amorosas letrillas.
El regreso se hizo para las seis y
media de la tarde.
Cantando diversas loas a la Virgen, y
precedidos de las banderas parroquiales entraron los cruceros en el pueblo, y
se reunieron en la iglesia, con todo el pueblo.
Allí el joven párroco dirigió la
palabra a sus feligreses para felicitarles -y la felicitación no pudo ser más justa-
por la religiosidad, por el orden y por el espíritu de sacrificio con que
habían hecho la visita anual al Santuario de Ujué.
Después, con mucha elocuencia exhortó a
todos, sus feligreses a que perseveren en el amor a Nuestra Señora, y en la
religiosidad de que habían dado tan admirable prueba.
El joven y virtuoso sacerdote se manifestó
como orador de altos vuelos.
Y la prueba más acabada de su acierto en
el gobierno de su parroquia la dieron ayer sus feligreses, yendo en número tan crecido
al Santuario de Ujué y vitoreando luego al señor Pegenaute.
Además de los cruceros fueron muchas
otras personas de Beire, las señoritas de Labairu, Lerga y otras muchas.
El
corresponsal.
Pitillas, Murillo, San Martín
Diario de Navarra. Nº 3.218
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