01 de junio de 1.915, martes.
La
benemérita de Pitillas sorprendió el otro día a dos cazadores furtivos.
Ver a
la pareja y echarse a correr todo fue uno. Pero los guardias, llevados de su
celo, no se anduvieron en temores de que por allí estuviera un operador de
cinematógrafo y allá se fueron, en persecución de los infractores de la ley de
caza.
Corre que te corre, lograron alcanzar a uno de ellos que dijo llamarse
Pedro Bravo, que llevaba una escopeta, una red, un hurón y un conejo muerto.
¡Bravo, hombre, bravo!
El Juzgado se encarga de bajarle los humos.
Diario
de Navarra. Nº 4.509
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