Sobre la ocurrencia habida
entre el maestro y el escribano.
Ujué, once de septiembre de 1.840. En la
plaza pública se están corriendo algunos novillos con motivo de la celebración
de la festividad de la Patrona del pueblo.
Por una bocacalle, acompañado de diferentes
personas, se asoma José Mª Unciti, maestro de primeras letras de la villa. En
sus manos lleva una figura de hombre que vulgarmente se llama “Judas”. Unciti
con sus acompañantes cuelgan el “Judas” en la plaza con una soga, pendiente de
dos ventanas.
El Ayuntamiento, velando por la moral, manda
que se quite en razón a que tenía en parte del figurado cuerpo, un miembro de
palo escandaloso y no podía la Corporación, en medio de tan numeroso público,
tolerar semejantes licencias.
Se comunica a Unciti la orden del
Ayuntamiento para que retire la figura. Se traslada con ella a un lado de la
plaza, acudiendo allí bastante público.
De nuevo, por mandato de la autoridad, se
desplaza al lugar Francisco Antonio Corena, escribano, a pedir al maestro le
diese la figura con el fin de tirarla fuera de la plaza.
Unciti se resiste a entregarla y Corena la
coge y no dejándola su dueño, se agarran a ella los dos forcejeando cada uno
de su lado.
En este momento llega Bernardo Osés y
agarrando también al “Judas”, recibe un boleo de Unciti que le tira al suelo;
no contento con esto, le arrea otro boleo a Corena, quien a su vez se lo
devuelve, diciéndole:
- A quién se le ocurre poner un Judas tan
escandaloso y más a un maestro.
Viendo la acción de Unciti se aproximan
diferentes hombres que le sacuden algunos bofetones.
El maestro recibió una multa de 300 reales de
vellón con apercibimiento de que se abstenga de presentar al público figuras
escandalosas en detrimento de la sana moral, hecho tanto más reprimible en un
hombre destinado a imbuirla en niños de la más tierna edad.
La Comisión Provincial de Instrucción
Primaria lo separó de su magisterio.
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