Un navarro ilustre.
El Arzobispo en Burgos
El señor Cadena y Eleta
en la capital de la Archidiócesis.
Nuestro querido colega de Burgos El
Castellano dedica su número de ayer
al ilustre hijo de Navarra Excmo. Sr. D. José Cadena y Eleta, Arzobispo de
Burgos.
Publica un retrato del Arzobispo, un saludo muy sentido y expresivo de
la redacción, una extensa biografía del señor Cadena y Eleta y amplios detalles
de su entrada en Burgos.
En el trayecto.
En Miranda fue recibido el Arzobispo por comisiones de la Diputación,
Cabildo, Universidad de Curas, Universidad Pontificia, etc. y allí fue
obsequiado con un almuerzo.
En Miranda, Bujedo, Pancorbo, Bribiesca y Santa Olalla salieron a la
estación los párrocos, y los vecinos, para ofrecer sus respetos al Arzobispo.
Dice El Castellano:
“El viaje del Excmo. señor Arzobispo desde Miranda hasta Burgos ha
sido verdaderamente triunfal, no cesando las aclamaciones y vítores en todo el
trayecto, manifestando la diócesis la no desmentida hidalguía y arraigada fe de
los castellanos.
Expectación en la
capital. Hacia la estación. En las avenidas. En los andenes. Grandioso
recibimiento.
Desde las primeras horas de la mañana comenzaron a engalanarse los
edificios eclesiásticos, seminarios, conventos, edificios oficiales y casas particulares,
preparándose magníficas iluminaciones para esta noche.
Con mucha anticipación comenzaron a acudir a la estación las
comisiones, y el paseo de la Isla presentaba animado aspecto desde dos y media
a tres de la tarde, dirigiéndose compacta muchedumbre hacia la estación,
aprovechando también lo apacible de la tarde.
En los andenes era casi imposible dar un paso, tal era la aglomeración
de gente de todas las clases sociales, que se disponían a tributar un cariñoso
y entusiasta recibimiento al Prelado.
El tren llega.
A las tres menos cinco minutos sonaba la señal de salida de la
estación próxima, produciéndose en el público un hormigueo de expectación que
se convirtió en griterío al oírse los disparos de las bombas que lanzadas desde
los corredores de nuestra hermosa Catedral anunciaban la aparición del tren por
el puente del Capiscol.
Inmediatamente comenzaron a tocar las campanas de la Catedral y las
iglesias todas.
Eran las 3’5 cuando el tren entraba en agujas penetrando en el andén,
pausadamente, en evitación de un accidente, dado lo apiñado de la multitud.
Entusiasmo
indescriptible.
Apenas se destacó la figura de nuestro Excmo. Prelado, el entusiasmo
del pueblo se desbordó en atronadores vivas a su nuevo Pastor.
Los jefes de vigilancia, agentes y guardias hacían grandes esfuerzos
para poder contener la avalancha de gente que quería verle y besar su anillo,
costando algún trabajo el facilitarle el paso de los andenes a la sala de
espera.
Cambiados los saludos de rúbrica, el alcalde don Manuel de la Cuesta
hizo la presentación a las autoridades.
Entrada en la ciudad.
Inmediatamente subió al coche del Ayuntamiento el señor Cadena y
Eleta, tomando asiento a la derecha del señor Cuesta, organizándose la comitiva
que rompió marcha en esta forma:
Primero los estandartes de los gremios del Círculo; seguía el coche de
los cruciferarios con la cruz alzada, a continuación otro carruaje con el
tribunal eclesiástico y después el del Ayuntamiento con S. E. y el alcalde,
rodeado de apiñada multitud que aclamaba al Prelado.
Con dificultad podían seguir los numerosos coches y automóviles de las
comisiones, autoridades y particulares.
Era hermosísimo el aspecto de la entrada a la ciudad al cruzar el
puente de Castilla, yendo a uno y otro lado del Arlanzón el inmenso gentío que
contemplaba el paso de la comitiva, descubriéndose, aclamando y vitoreando al
nuevo Pastor.
Desde las ventanas engalanadas con gusto del Colegio de San José y los
balcones de la avenida de la Isla, que también ostentaban colgaduras, los que
en ellos se hallaban compartían con los anteriores vítores, descubriéndose y
aplaudiendo.
En la Catedral.
En esta forma llegó el Prelado a la Catedral, entrando por la puerta
de Santa María a los acordes del órgano y dirigiéndose al altar mayor, oró,
dando enseguida la bendición al pueblo.
Desde la nave mayor fue a la capilla donde reposan los restos del
Prelado difunto, rezando un responso.
De allí pasó por el vestuario de canónigos a la Sala del Trono del
Palacio Arzobispal, para dar la bendición desde sus balcones al pueblo que se
había apiñado en la plaza del duque de la Victoria.
Al aparecer el Prelado en el balcón se repitieron las aclamaciones.
En su residencia.
Desde Palacio siguió con el Alcalde a su residencia provisional.
Las autoridades quedaron citadas para las cinco y media, hora en que
se verificó la recepción en el salón del trono del antiguo Palacio, donde el
cabildo le ha obsequiado con un lunch.
A la hora de cerrar nuestra edición lucen en nuestra ciudad artísticas
iluminaciones.
Serenata.
A las ocho, el Orfeón del Círculo Católico obsequia al Prelado con un
concierto en su residencia.
El recibimiento que el pueblo de Burgos ha tributado a su Arzobispo ha
sido digno de su hidalguía y caballerosidad castellana”.
Diario de Navarra. Nº 3.985
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