lunes, 10 de junio de 2013

SAGARDOY ZABALETA

10 de junio de 1.938, viernes.


In memoriam

JOSÉ Mª SAGARDOY ZABALETA

Mi querido hermano: Nuevamente vuelvo a coger la pluma, para expresar mi dolor. Primero fue un querido amigo: Servando Abete; hoy mi pulso tiembla y mis ojos se humedecen al tener que dedicarte estas pobres letras que salen de lo más hondo de mi corazón.

Como valiente te has portado durante toda la campaña de esta cruel guerra; desde el primer día en que saliste voluntario, abandonando las comodidades que en tu casa te ofrecían tu familiares, preferiste mejor acompañar a tus camaradas que junto contigo compartieron las mil penalidades que sufristeis por tierras norteñas, desde Tolosa a Gijón, con contados días de descanso, fuiste a Brunete, donde muchos amigos tuyos derramaron su sangre generosa; nuevamente regresas a Santander, hasta finalizar triunfalmente el frente de Asturias; marchas a Teruel, sabemos que muchas penalidades os agobian, y ni siquiera una queja se ve vislumbrar en las cartas que nos escribes; sabemos también que unas levísimas heridas causan mella en tu cuerpo y tampoco quieres aprovechar estas heridas para retirarte a un Hospital y poder proporcionar unos días de descanso a tu cuerpo; sigues avanzando si retroceder un solo paso, hasta pisar tierras catalanas, son el ánimo de siempre, sin suponer por un momento que era precisamente allí donde tú habías de encontrar la muerte; contribuyes a la incorporación de Lérida para España, y como premio a este resonante triunfo, vuestros jefes os conceden un descanso que harto merecido lo tenías; marcháis a Serós (Lérida); recuerdo que fue precisamente desde ése, de donde escribías por última vez; nos decías: pronto acabará la guerra; esperabas el triunfo definitivo; ¡quién esperaba que fuesen tan contados tus días!; me decías en varias ocasiones. ¡Paco, yo no moriré en la guerra! Pero Dios que todo dispone con acierto, te reclamó para sí; quería un nuevo mártir de Pitillas; era poco lo que te ofrecíamos en la tierra y Dios te premia con el cielo; el día 11 de abril caías gravemente herido; una criminal bala te desgarraba el pecho; tu estado no permite trasladarte a Zaragoza, es preciso quedes en el Hospital de urgencia de Torrente de Cinca; corrimos a verte, no habías perdido el ánimo que siempre te caracterizó; nos consolabas, mejor dicho crías consolarnos, diciéndonos te encontrabas bien, pero tu rostro no mentía; nos hacía ver que desgraciadamente eras un próximo cadáver; solo por complacerte, pues tu única ilusión era trasladarte a Zaragoza, te llevamos al Hospital del Sagrado Corazón; llegaste sonriente, y todavía concebíamos la esperanza de tu salvación, pero sólo era por breves momentos, recaíste, y a los dos días, el 26 de abril morías cristianamente entregando tu alma a Dios entre los brazos de tus padres, hermanos y familiares. 

Tu pueblo entero, pendiente de tu gravísima enfermedad, quedó enmudecido al enterarse de tan triste final; nadie lo creía, pero por desgracia era verdad; tu cadáver fue trasladado a Pitillas y entonces ya no cabía duda; otro valiente falangista de Pitillas había derramado su sangre por la salvación de la Patria.

Todos te esperaban, Autoridades, Comisiones de Falange y Requetés con sus banderas y en una palabra, todo el vecindario acudió solícito a recibir tus restos trasladándote a tu casa; en la capilla ardiente que al efecto se preparó, velan continuamente tu cadáver, elevando al Cielo plegarias por la eterna salvación de tu alma; todos te vieron; todos te lloramos.
Gloria a los mártires, a ti, hermano mío, que has sabido vencer y morir gloriosamente; despreciaste un brillante provenir en la tierra, pero con creces Dios te lo premiará en el cielo.

Tus padres, hermanos y demás familiares llevaremos con resignación tu irreparable pérdida recordando que derramaste gloriosamente tu sangre por la salvación de España.

José Mary: perdona a tus enemigos y espéranos en el cielo.

Ruego a todos los lectores una oración por el alma de este bravo falangista que ha sabido morir defendiendo a Dios y a España.

¡Viva Cristo Rey! ¡Arriba España! ¡Viva siempre España!

Tu hermano, Francisco.

Pitillas, 1 de mayo de 1.938, Segundo Año Triunfal.

Diario de Navarra. Nº 11.219

No hay comentarios:

Publicar un comentario