10 de junio de 1.938, viernes.
In
memoriam
JOSÉ Mª
SAGARDOY ZABALETA
Mi
querido hermano: Nuevamente vuelvo a coger la pluma, para expresar mi dolor. Primero
fue un querido amigo: Servando Abete; hoy mi pulso tiembla y mis ojos se
humedecen al tener que dedicarte estas pobres letras que salen de lo más hondo
de mi corazón.
Como valiente
te has portado durante toda la campaña de esta cruel guerra; desde el primer
día en que saliste voluntario, abandonando las comodidades que en tu casa te
ofrecían tu familiares, preferiste mejor acompañar a tus camaradas que junto
contigo compartieron las mil penalidades que sufristeis por tierras norteñas,
desde Tolosa a Gijón, con contados días de descanso, fuiste a Brunete, donde
muchos amigos tuyos derramaron su sangre generosa; nuevamente regresas a
Santander, hasta finalizar triunfalmente el frente de Asturias; marchas a
Teruel, sabemos que muchas penalidades os agobian, y ni siquiera una queja se
ve vislumbrar en las cartas que nos escribes; sabemos también que unas
levísimas heridas causan mella en tu cuerpo y tampoco quieres aprovechar estas
heridas para retirarte a un Hospital y poder proporcionar unos días de descanso
a tu cuerpo; sigues avanzando si retroceder un solo paso, hasta pisar tierras
catalanas, son el ánimo de siempre, sin suponer por un momento que era
precisamente allí donde tú habías de encontrar la muerte; contribuyes a la
incorporación de Lérida para España, y como premio a este resonante triunfo, vuestros
jefes os conceden un descanso que harto merecido lo tenías; marcháis a Serós
(Lérida); recuerdo que fue precisamente desde ése, de donde escribías por
última vez; nos decías: pronto acabará la guerra; esperabas el triunfo
definitivo; ¡quién esperaba que fuesen tan contados tus días!; me decías en
varias ocasiones. ¡Paco, yo no moriré en la guerra! Pero Dios que todo dispone
con acierto, te reclamó para sí; quería un nuevo mártir de Pitillas; era poco
lo que te ofrecíamos en la tierra y Dios te premia con el cielo; el día 11 de
abril caías gravemente herido; una criminal bala te desgarraba el pecho; tu
estado no permite trasladarte a Zaragoza, es preciso quedes en el Hospital de
urgencia de Torrente de Cinca; corrimos a verte, no habías perdido el ánimo que
siempre te caracterizó; nos consolabas, mejor dicho crías consolarnos,
diciéndonos te encontrabas bien, pero tu rostro no mentía; nos hacía ver que
desgraciadamente eras un próximo cadáver; solo por complacerte, pues tu única ilusión
era trasladarte a Zaragoza, te llevamos al Hospital del Sagrado Corazón;
llegaste sonriente, y todavía concebíamos la esperanza de tu salvación, pero
sólo era por breves momentos, recaíste, y a los dos días, el 26 de abril morías
cristianamente entregando tu alma a Dios entre los brazos de tus padres,
hermanos y familiares.
Tu pueblo entero, pendiente de tu gravísima enfermedad,
quedó enmudecido al enterarse de tan triste final; nadie lo creía, pero por
desgracia era verdad; tu cadáver fue trasladado a Pitillas y entonces ya no
cabía duda; otro valiente falangista de Pitillas había derramado su sangre por
la salvación de la Patria.
Todos te
esperaban, Autoridades, Comisiones de Falange y Requetés con sus banderas y en
una palabra, todo el vecindario acudió solícito a recibir tus restos
trasladándote a tu casa; en la capilla ardiente que al efecto se preparó, velan
continuamente tu cadáver, elevando al Cielo plegarias por la eterna salvación
de tu alma; todos te vieron; todos te lloramos.
Gloria a
los mártires, a ti, hermano mío, que has sabido vencer y morir gloriosamente;
despreciaste un brillante provenir en la tierra, pero con creces Dios te lo
premiará en el cielo.
Tus padres,
hermanos y demás familiares llevaremos con resignación tu irreparable pérdida
recordando que derramaste gloriosamente tu sangre por la salvación de España.
José
Mary: perdona a tus enemigos y espéranos en el cielo.
Ruego a
todos los lectores una oración por el alma de este bravo falangista que ha
sabido morir defendiendo a Dios y a España.
¡Viva
Cristo Rey! ¡Arriba España! ¡Viva siempre España!
Tu
hermano, Francisco.
Pitillas,
1 de mayo de 1.938, Segundo Año Triunfal.
Diario
de Navarra. Nº 11.219
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