Pitillas
Gran día para nuestro querido pueblo fue la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz en la que nuestro pueblo dio una prueba de su gran fe Católica. Por la mañana salió la tradicional “Aurora” acompañada de una armónica música, la cual, con un gran fervor religioso, recorrió el pueblo recordando al vecindario el gran día. Con gran fervor, seguidamente se formó la gran procesión de los cruceros para la gran romería a Nuestra Señora la Virgen de Ujué. Eran las cuatro y media de la mañana cuando salimos acompañados por el Capellán del Colegio de Hijas de Jesús camino de Ujué, una mañana fresca gracias a las brisas de la sierra hace que todos vayamos comentando el gran triunfo logrado en San Sebastián y en acción de gracias a la Virgen se recen unos rosarios para que siga amparando a los voluntarios de nuestro querido pueblo.
Sobre las ocho llegamos a la Cruz de Ujué, en la que al ver aquella cruz de madera recordamos el bárbaro sacrilegio cometido y la herida se clavó en el corazón de los ribereños por los malvados que destruyeron dicha obra de arte que los tiempos y vendavales sufridos por nuestro suelo habían sabido respetar ... Pero pronto será el día que con ayuda de los ribereños se levante otra que por su grandiosidad recuerde la cruzada que en estos momentos lucha contra los que quieren una España sin DIOS.
Se forma la procesión que entra en Ujué para postrarse ante los pies de nuestra querida madre y recibir el pan Eucarístico que ha de confortar nuestros espíritus en estos momentos. Seguidamente de la misa se nos dice que se va a dar cristiana sepultura a un hijo del pueblo caído en los frentes de la guerra y ni uno queremos dejar de dar el último adiós a ese hermano que dio su vida por Dios y por la Patria y en largas filas, confundidos con sus paisanos, vamos todos para que Dios nos dé la paz que en estos momentos tanto deseamos.
Ya allá, sobre las once, emprendemos la vuelta, que es detenida en algunos caseríos del camino para tomar unos bocadillos y sin sentir las fatigas de siete horas de camino entramos en el pueblo al alegre sonido de las campanas y de todo el pueblo que sale a recibir a los cruceros con su Párroco al frente. Y una vez en la Parroquia, al dirigirnos la palabra nuestro querido Capellán D. José Echeverría, qué consuelo llevaba a nuestro corazón con sus palabras llenas de algo que hacía que las lágrimas de los padres y hermanos de los que luchan en el frente fueran de alegría en vez de dolor.
No quiero dejar estas líneas sin dar un saludo a nuestros hermanos que luchan en el frente, al grito de VIVA ESPAÑA CATÓLICA. VIVA ESPAÑA.
El corresponsal. Pitillas, a 15 de septiembre de 1.936
Diario de Navarra. Nº 10.687
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