domingo, 28 de noviembre de 2010

INAUGURACIÓN DEL COLEGIO EN PITILLAS

De Pitillas
Bien venidas
Ayer llegaron a esta villa las seis religiosas que han de dar la enseñanza en el colegio que ha fundado aquí el excelentísimo señor Obispo de Vitoria, hijo predilecto de este su pueblo natal.
Por la mañana se publicó un bando de la Alcaldía haciendo saber oficialmente la venida de las citadas religiosas, e invitando al vecindario a que colgase los balcones de las calles por donde había de pasar la comitiva.
Las muy dignas autoridades se trasladaron en dos coches a la estación del ferrocarril a las cuatro y a las seis de la tarde, pues vinieron en el correo y en el mixto. Con expresivas muestras de afecto fueron recibidas por este vecindario.
Inauguración
Tanto el palacio que para su uso particular ha construido el señor Cadena y Eleta, como el colegio ya citado, se inaugurarán el 23 o 24 del actual, previa bendición de ambas obras.
Iré dando detalles de los festejos que se verifiquen.
El Corresponsal, 16-10-1.909.

Diario de Navarra. Martes, 19 de octubre de 1.909. Nº 2.122


Dos palabras
En mi última carta ofrecía detalles de las fiestas que se celebrasen en esta villa con motivo de la inauguración de las obras que el Excelentísimo señor don José Cadena y Eleta ha construido en este su pueblo.
Yo querría cumplir debidamente el ofrecimiento que hice, pero no teniendo condiciones para ello, he de pedir perdón al bondadoso lector por lo defectuosa que ha de quedar este reseña.
Las obras
Son dos: un colegio de enseñanza que ha de ser dirigido por monjas Jesuitinas y un palacio para uso particular del señor Cadena y su distinguida familia.
Ambas han sido dirigidas por los muy inteligentes y afamados arquitectos señores Luque y Apraiz, autores y directores de la Catedral que se está construyendo en Vitoria.
Cada una de dichas obras es modelo en su clase; las dos son amplias, sólidas y elegantes.
Preparativos
Como en los días precursores de fiestas, los pitilleses se disponían a recibir a los huéspedes que vinieran a honrarnos, y como, por otras parte, los operarios trabajaban afanosos en ultimar detalles, era grande el movimiento de todos.
Don José Cadena
El viernes último llegó el Hijo predilecto de esta villa, persona en quien convergen todos los cariños de sus paisanos.
El clero y autoridades se trasladaron en tres carruajaes a la estación del ferrocarril para recibirloen nombre propio y de sus representados.
La respetable señora y distinguida hermana de S. E. doña Margarita, había anticipado la venida, y han completado la familia los hijos de ésta don Ángel y don José.
La fiesta
El domingo, día 24, según estaba anunciado, se celebró la fiesta principal. Infinidad de cohetes atronaban el espacio, las campanas volteaban invitando a los fieles y todos se aprestaban a ocupar sus sitios en la amplia iglesia parroquial que se llenó de gente.
El Excelentísimo señor Obispo de Pamplona, hijo adoptivo de Pitillas, estaba encargado del sermón, y llegó a las ocho y media de la mañana de Lodosa en el automóvil del señor marqués de Vessolla.
El señor Cadena y Eleta celebró a las diez misa de Pontifical, ministrado por dos sacerdotes hijos de aquí, don Ramón Esparza y don Jesús Blasco, y, como es natural, había otros varios sacerdotes, entre ellos el M. I. S. Deán de la Santa Iglesia Catedral de Vitoria.
La capilla de música de la parroquia de San Pedro (Olite) dirigida por su organista don Bartolomé Lanas, interpretó a toda orquesta, con la maestría que le es peculiar, la misa del inmortal Eslava en mí bemol.
Admirable, como todas las suyas, resultó la oración del señor Obispo de Pamplona. Nimbo de gloria, dice, desciende hoy sobre Pitillas, procedente del Cielo y derramado por la generosa mano del Hijo Predilecto de esta villa.
Me es imposible seguir al elocuente orador en todos sus detalles; pero no puedo excusarme de anotar las principales ideas.
Nada hay más cierto que el siglo XX es hijo del mal llamado de las luces, siglo decimonono, y padre de la noche tenebrosa de la revolución.
No sólo en las ciudades; también en los pueblos se escuchan enseñanzas perniciosas que pretenden glorificar la razón humana desechando la fe católica.
Se extiende en consideraciones acerca del estado actual de Francia, donde arrojados los Crucifijos de las escuelas, es decir, prescindiendo de Dios y de la Fe y solamente guiados por los hombres, ha llegado el pueblo a un estado tristísimo de completa ignorancia.
Hoy en los pueblos no se atiende al mandato del Obispo ni al consejo del párroco y como en el Areópago de Atenas, podría escribirse el “Deo ignoto”.
Demuestra que el camino que siguen los hombres, alejados de la fe, es el de la ignorancia; y la necesidad que tenemos de detenernos en él, para que, guiados por la esplendenta luz de esos ángeles que el cielo nos envía, envueltos en blancas tocas, volvamos al camino de la virtud.
No sólo con la palabra, sino también con el ejemplo edificarán las monjas; ellas enseñarán a las niñas que los bienes ansiados por los mundanos son luces que nos queman, débiles mariposas que nos acercan a ellos, mostrándonos, en cambio, la sabiduría cuyo principio es el temor de Dios.
Ensalza después la generosidad del señor Cadena y Eleta, y luego exhorta al pueblo a recibir este don divino y a aprovecharse de él, pues en caso contrario, será un testigo más que confirmará nuestra negligencia.
Recibió muchas felicitaciones a las que uno la mía muy entusiasta.
El clero y autoridades fueron obsequiados por el señor Obispo de Vitoria con un soberbio banquete en un salón del Colegio.
Mucha animación y alegría en el resto del pueblo.
Forasteros, como en fiestas o más.
El lunes
A las nueve celebró S. E. el señor Cadena y mientras la misa cantaron las monjas varias composiciones, y por la tarde, a las seis hubo otra función en la que dirigió la palabra el M. R. Padre Superior de los Jesuitas de la residencia de San Sebastián. Recalcó más aun algunas ideas del sermón anterior, deteniéndose especialmente en el desarrollo intelectual y moral, para llegar a ensalzar el gran bien que ha de traer a este pueblo la comunidad de monjas jesuitinas. Nos exhortó a agradecer enviando todas las niñas al Colegio, y a corresponder demostrando nuestra alegría y estando dispuestos a defender de palabra y de obra a tan bienhechoras personas. Terminó dando las gracias en nombre de la M. Generala, Superiora y religiosas, a todos por la parte que habían tomado en los actos verificados y felicitando al señor Cadena y Eleta.
S. E. el obispo de Pamplona concedió 50 días de indulgencia por oír la divina palabra.
Cantaron las monjas en esta función, que terminó con un solemne Tedéum.

También yo, desde las columnas del DIARIO ha de felicitar a todos, pero de una manera especial al Excelentísimo e ilustrísimo señor don José Cadena y Eleta por este nuevo y gran beneficio que ha dispensado a su pueblo natal, el que seguramente le estará agradecido toda la vida; y esté persuadido de que, como decía el P. Jesuita, su nombre pasará a la posteridad rodeado de la aureola de gratitud con que esta hidalga villa coronará las sienes, del que para honor nuestro es hijo predilecto.
Para él y para estas venerables Hijas de Jesús que han venido a modelar según las enseñanzas divinas los corazones de las niñas de aquí, pedimos al Señor abundantes gracias y bendiciones, y al hacer esto; tenemos el legítimo orgullo de recoger los deseos de todo este noble vecindario.
El Corresponsal, 26-10-09

Diario de Navarra, miércoles, 27 de octubre de 1.909. Nº 2.129

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