Ayer sobre las cuatro y media de la tarde descargó una horrible tormenta en esta villa y una de las chispas eléctricas eligió por blanco la casa parroquial.
Hallábase el señor párroco, nuestro respetable amigo don Emilio Arbeloa en una de las habitaciones más altas de la casa, cuando de súbito fue sorprendido por una vivísima luz y los ruidos que hacían al chocar en el suelo los trozos de tabique desprendidos por la chispa en la misma habitación.
Felizmente salió ileso dicho señor.
El rayo penetró por el tejado, sin dejar huellas en el mismo; abrió la techumbre, y por fortuna y por fortuna se introdujo en el cable de la luz eléctrica. Una vez aquí, el terrible huésped dio un paseo por el mencionado cable fundiendo cuantas bombillas encontró con los reóforos en contacto. Parecía un enviado de algún lampista. Después se refugió en el transformador eléctrico.
Muchas fueron las personas que felicitaron al señor párroco por no haber tenido que lamentar mas que el susto, y nosotros lo hacemos también con toda sinceridad.
El Corresponsal.
Pitillas, 1º de abril 1.911
2 de abril de 1.911, domingo. Diario de Navarra. Nº 2.574
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