Crónica negra
Esta mañana se ha dado sepultura al cadáver de un parvulito; está de cuerpo presente el que en vida fue Marcos Induráin, que ha fallecido la noche pasada; y esta tarde, a eso de las tres, la campana ha empezado a tocar a fuego, y al poco rato era público que el niño Alejandro Sagardoy Tanco, hijo de nuestros buenos amigos don Julián y doña Micaela, estaba en gravísimo estado a consecuencia de las quemaduras que había sufrido.
El hecho, según he oído, ha sucedido de este modo: los padres y demás personas mayores se encontraban fuera de casa, y la infeliz criatura, que tiene cinco años, estaba en la habitación con un hermano suyo de siete. Se han apercibido de que sobre una cómoda había una vela que han encendido con cerillas, y al poco rato eran pasto de las llamas los vestidos y carnes del niño. Ahora me entero que ha fallecido a consecuencia de las quemaduras, sin que hayan servido de nada los auxilios que le han prestado.
Acompaño de veras en el sentimiento que embarga a sus desconsolados padres y demás familia, tanto más atribulados, por ser la segunda desgracia que sufren de esta naturaleza, pues hace unos años murió, también abrasada, la única hija que tenían, niña de pocos años.
Hijo predilecto
Como anunciaba hace unos días, se encuentra ya en esta su villa natal, el Excelentísimo e Ilustrísimo señor don José Cadena y Eleta, Obispo de Vitoria, en compañía de su distinguida y respetable familia.
El Corresponsal.
Pitillas, 10 de Octubre 1910.
Diario de Navarra. Nº 2.425
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