jueves, 10 de julio de 2014

NUEVA TRILLADORA


10 de julio de 1.914, viernes.


Trilladora en Villafranca

La nueva máquina trilladora perfectamente construida por los señores Múgica, Arellano y Compañía, en sus talleres de Pamplona, donde funciona como jefe el joven señor Lizarraga, es debida a los inteligentes labradores navarros de Lerín, hermanos Pardo, cuya primera máquina se ensayó con éxito, hace tres años, en Pitillas, patria del sabio Arzobispo de Burgos, Ilmo. Dr. Cadena y Eleta, poco ha Obispo de Vitoria.

El aspecto de la máquina es monumental por sus dimensiones y simpático por la sencillez del mecanismo. La instalada en esta villa tiene 3’50 metros de longitud, por 1’80 de anchura y 3’70 de elevación sobre cuatro ruedas de hierro. Trilla el trigo y la cebada de modo ingenioso y es digno de ver su rápido funcionamiento, separando el grano limpio del sucio y lanzando la paja para amontonarla a distancia de la era.

Las hay de tres clases, según sus dimensiones, oscilando el precio entre 7 y 15.000 pesetas. El trabajo útil es de 40 robos por hora; lo cual permite resolver el gravísimo problema de la falta de personal en las penosas faenas de la siega y trilla.

El 24 de junio, día de San Juan Bautista, fue armada la trilladora “Pardo” junto al motor “Denz”. A las siete y media de la mañana del día 25, verificose la bendición de la máquina agrícola por el señor vicario don Miguel Galar, en la antigua “Era de don Javier” (Arévalo), conocida por la “Era de los Pontoneros”, desde las maniobras militares del 1.908, por haber aparcado en ella un hermoso material de puente, a las órdenes del señor coronel don Eusebio Lizaso Ascárate ante el Excmo. señor comandante general de Ingenieros de la quinta Región, que había mandado a los pontoneros desde 1.890 a 1.894.

El mismo día 25 de junio, debió ser bautizada la trilladora, dándole el oportuno nombre de la “Madre de Dios del Portal”, cuya antigua basílica se alza junto a la “Era de los Pontoneros”, y en cuyo templo tuvimos que refugiarnos los concurrentes al religioso acto, por causa de la lluvia que benefició los campos de la villa durante todo el día.

Honorato de Saleta.

Villafranca de Navarra, 26 de junio de 1.914.

Diario de Navarra. Nº 4.184

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