viernes, 20 de diciembre de 2013

CADENA Y ELETA EN BURGOS

20 de diciembre de 1.913, sábado.


Un navarro ilustre.

 El Arzobispo en Burgos

El señor Cadena y Eleta en la capital de la Archidiócesis.

Nuestro querido colega de Burgos El Castellano dedica su número de ayer al ilustre hijo de Navarra Excmo. Sr. D. José Cadena y Eleta, Arzobispo de Burgos.
Publica un retrato del Arzobispo, un saludo muy sentido y expresivo de la redacción, una extensa biografía del señor Cadena y Eleta y amplios detalles de su entrada en Burgos.

En el trayecto.

En Miranda fue recibido el Arzobispo por comisiones de la Diputación, Cabildo, Universidad de Curas, Universidad Pontificia, etc. y allí fue obsequiado con un almuerzo.
En Miranda, Bujedo, Pancorbo, Bribiesca y Santa Olalla salieron a la estación los párrocos, y los vecinos, para ofrecer sus respetos al Arzobispo.
Dice El Castellano:
“El viaje del Excmo. señor Arzobispo desde Miranda hasta Burgos ha sido verdaderamente triunfal, no cesando las aclamaciones y vítores en todo el trayecto, manifestando la diócesis la no desmentida hidalguía y arraigada fe de los castellanos.

Expectación en la capital. Hacia la estación. En las avenidas. En los andenes. Grandioso recibimiento.

Desde las primeras horas de la mañana comenzaron a engalanarse los edificios eclesiásticos, seminarios, conventos, edificios oficiales y casas particulares, preparándose magníficas iluminaciones para esta noche.
Con mucha anticipación comenzaron a acudir a la estación las comisiones, y el paseo de la Isla presentaba animado aspecto desde dos y media a tres de la tarde, dirigiéndose compacta muchedumbre hacia la estación, aprovechando también lo apacible de la tarde.
En los andenes era casi imposible dar un paso, tal era la aglomeración de gente de todas las clases sociales, que se disponían a tributar un cariñoso y entusiasta recibimiento al Prelado.

El tren llega.

A las tres menos cinco minutos sonaba la señal de salida de la estación próxima, produciéndose en el público un hormigueo de expectación que se convirtió en griterío al oírse los disparos de las bombas que lanzadas desde los corredores de nuestra hermosa Catedral anunciaban la aparición del tren por el puente del Capiscol.
Inmediatamente comenzaron a tocar las campanas de la Catedral y las iglesias todas.
Eran las 3’5 cuando el tren entraba en agujas penetrando en el andén, pausadamente, en evitación de un accidente, dado lo apiñado de la multitud.

Entusiasmo indescriptible.

Apenas se destacó la figura de nuestro Excmo. Prelado, el entusiasmo del pueblo se desbordó en atronadores vivas a su nuevo Pastor.
Los jefes de vigilancia, agentes y guardias hacían grandes esfuerzos para poder contener la avalancha de gente que quería verle y besar su anillo, costando algún trabajo el facilitarle el paso de los andenes a la sala de espera.
Cambiados los saludos de rúbrica, el alcalde don Manuel de la Cuesta hizo la presentación a las autoridades.

Entrada en la ciudad.

Inmediatamente subió al coche del Ayuntamiento el señor Cadena y Eleta, tomando asiento a la derecha del señor Cuesta, organizándose la comitiva que rompió marcha en esta forma:
Primero los estandartes de los gremios del Círculo; seguía el coche de los cruciferarios con la cruz alzada, a continuación otro carruaje con el tribunal eclesiástico y después el del Ayuntamiento con S. E. y el alcalde, rodeado de apiñada multitud que aclamaba al Prelado.
Con dificultad podían seguir los numerosos coches y automóviles de las comisiones, autoridades y particulares.
Era hermosísimo el aspecto de la entrada a la ciudad al cruzar el puente de Castilla, yendo a uno y otro lado del Arlanzón el inmenso gentío que contemplaba el paso de la comitiva, descubriéndose, aclamando y vitoreando al nuevo Pastor.
Desde las ventanas engalanadas con gusto del Colegio de San José y los balcones de la avenida de la Isla, que también ostentaban colgaduras, los que en ellos se hallaban compartían con los anteriores vítores, descubriéndose y aplaudiendo.

En la Catedral.

En esta forma llegó el Prelado a la Catedral, entrando por la puerta de Santa María a los acordes del órgano y dirigiéndose al altar mayor, oró, dando enseguida la bendición al pueblo.
Desde la nave mayor fue a la capilla donde reposan los restos del Prelado difunto, rezando un responso.
De allí pasó por el vestuario de canónigos a la Sala del Trono del Palacio Arzobispal, para dar la bendición desde sus balcones al pueblo que se había apiñado en la plaza del duque de la Victoria.
Al aparecer el Prelado en el balcón se repitieron las aclamaciones.

En su residencia.

Desde Palacio siguió con el Alcalde a su residencia provisional.
Las autoridades quedaron citadas para las cinco y media, hora en que se verificó la recepción en el salón del trono del antiguo Palacio, donde el cabildo le ha obsequiado con un lunch.
A la hora de cerrar nuestra edición lucen en nuestra ciudad artísticas iluminaciones.

Serenata.

A las ocho, el Orfeón del Círculo Católico obsequia al Prelado con un concierto en su residencia.
El recibimiento que el pueblo de Burgos ha tributado a su Arzobispo ha sido digno de su hidalguía y caballerosidad castellana”.

Diario de Navarra. Nº 3.985



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